Una alarmante crisis en las investigaciones

Miércoles, 28 de Febrero 2018

Yerra quien cree que una nación se levanta solo sobre sus instituciones y no sobre su historia, como mismo la patria no existe sin los aportes de sus hijos a través del tiempo, y la democracia es un espejismo si le falta o la ha sido amputada la memoria.

República Dominicana, tierra de tradiciones y larga historia, ha sabido dar de su seno una pléyade de historiadores destacadísimos, de los cuales son paradigmas, entre otros muchos, Américo Lugo y Emilio Rodríguez Demorizi. Ambos fueron ejemplo de lucidez y análisis científico de los hechos, pero sobre todo, de esa callada abnegación y espíritu de sacrificio y entrega que hace grande la obra. Nunca descansaron y la muerte los sorprendió reclinados sobre los legajos antiguos que examinaron hasta el último momento.

Lamentablemente, el presente de las investigaciones historiográficas en el país no es halagüeño. Signos inquietantes se presentan ante los ojos de la sociedad. Cuando más recursos disponen los investigadores nacionales, fruto del desarrollo tecnológico de nuestra época,  lo que les facilita acceder a fuentes situadas a miles de kilómetros de nuestras costas, sin necesidad de viajar ni incurrir en gastos elevados, menos se hace uso de esas fabulosas oportunidades.  Algo similar sucede con la asistencia a archivos y bibliotecas, incluso, a conferencias y cursos especializados.

Lo más preocupante es el desinterés, la falta de preparación metodológica para las investigaciones y las fallas en la formación de los investigadores más jóvenes.

 El concurso “Vetilio Alfau”, promovido cada año por el Archivo General de la Nación, donde concursan obras de investigadores de todas las edades, ha reservado uno de sus premios para investigadores jóvenes. Los jurados de las tres ediciones hasta el momento convocadas, se han visto obligados cada año a declarar desierto este premio. Es justo que cunda la alarma.

Muchos análisis pueden ser llevados a cabo. Numerosas causas pueden ser expuestas, sin dudas, con plena razón, entre las cuales destacan la falta de prestigio social y la magra retribución del trabajo intelectual; el multiempleo imprescindible para subsistir; la falta de rigor  en la formación académica de los egresados; la ausencia de reseñas especializadas y de crítica histórica rigurosa; la notable ausencia de un debate historiográfico permanente, y la  urgente necesidad de elevar el nivel metodológico en las investigaciones históricas, a lo cual debe sumarse la necesidad de pensamiento complejo, sistemático y crítico; las enormes y flagrantes carencias en el dominio de la lengua y la redacción; el desconocimiento de lenguas extranjeras, y sobre todo, esa laxitud acomodaticia y ese apostar por el camino corto al éxito, sin sacrificio, sin pasión, sin esfuerzo, que muestran muchos jóvenes de las últimas generaciones.

No todo está perdido. El primer paso es reconocer la crisis que se asienta entre nosotros, y promover acciones que puedan comenzar a enderezar lo retorcido. En esa batalla el Archivo General de la Nación tiene ya valiosas experiencias y seguirá la ruta que nos trazan los mejores intereses del país.

No nos cansaremos ni cejaremos en el empeño.

 

Eliades Acosta Matos

Responsable de Investigaciones en el AGN.